Texto: Julio Suárez Herrero
Hay un espacio en nuestro cerebro donde guardamos nuestros recuerdos. Es en los momentos precedentes a esa falsa muerte que es el sueño cuando al igual que si estuvieramos en una sala de cine aparecen en nuestra mente las imágenes de momentos pasados de nuestra vida.
Ese espacio está más lleno cuanto más avanzada sea nuestra edad y es entonces cuando más frecuentemente lo visitamos.
En la oscuridad, el silencio y la soledad de la noche podemos sentir la satisfacción de haber vivido momentos de alegría o por el contrario la sensación de tristeza y amargura por hechos que consideramos negativos.
Ese equipaje de vivencias pasadas, felices o desgraciadas, debe ser motivo para un transcurrir del resto de nuestros días en la paz y tranquilidad que nos brinda el descubrir que la mayor dicha puede radicar en haber rectificado nuestros errores y contribuir a la felicidad de los que nos rodean.