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viernes, 16 de septiembre de 2011

De Beirut a Damasco. Baalbek.



Baalbek me impresiona con sus enormes columnas y sus bellos templos que dejan ver todo el esplendor de lejanas épocas. Caminamos entre aquellas piedras milenarias y pienso en la brevedad de aquellos momentos nuestros en aquél lugar en comparación con los cientos de años que aquellas  ruinas han permanecido  allí.

Durante el recorrido hacia Damasco cierro mis ojos durante unos momentos y me imagino que aquellos lugares que vamos atravesando están repletos de soldados que libran cruentas batallas.

 Veo los carros de combate, las balas trazadoras, las explosiones de los obuses. Nubes de humo se levantan hacia el cielo y resuena el ruido de las armas automáticas mientras las estelas rojas que crean las balas recorren el espacio iluminándolo en trágico remedo de fuegos de artificio.
Judy y Najmah, ajenas a estos pensamientos, llenan esos momentos ríendo alegremente mientras aparecen y desaparecen en aquel bosque de columnas que inexplicablemente tan sólo nos tiene a nosotros como únicos visitantes.
A lo largo de los años posteriores a esta excursión he vuelto a recordar repetidas veces ese escenario  de guerra que creó mi imaginación. Los hechos que habrían de suceder posteriormente demostraron que las imágenes ideadas por mi mente en el viaje a Damasco fueron una triste premonición.


De mi libro "Mañana te enseñaré Beirut" .

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Un viaje en tren (3)


El tren hizo al fin su entrada en la estación central de Copenhague. No pude evitar el recordar, al descender del tren, al emigrante español de la estación Terminus de París. Su grito propagando su humilde trabajo resonaba aún en mis oidos, pero ahora era yo el que en este país me encontraba de frente con otras gentes, otro idioma y otras formas de vida. 

Abundaba la gente de pelo muy rubio y como aún no habían llegado los años en que la emigración eligiera Dinamarca como uno de sus puntos de destino apenas se veían  personas de aspecto distinto al escandinavo.

Al salir de la estación sentí una brisa fresca en mi cara, el cielo me pareció de un azul más pálido que en España, las calles no tan invadidas de automóviles, mientras que la gente, aún poblando en bastante número las aceras, hacía sonar el ruido de sus pasos más que el de sus voces.



 Llegué hasta una plaza amplia en la que el edificio del Ayuntamiento dominaba el espacio desde su torre rematada en cobre, verdoso ya por el tiempo. Me dirigí hacia un pequeño quiosco de periódicos y pregunté en inglés si tenían algún diario español.


De mi libro "Mañana te enseñaré Beirut" .

domingo, 11 de septiembre de 2011

Viaje a un país imaginario.




Texto.Julio Suárez Herrero



No se inicia este viaje en un medio de transporte convencional. A un lado quedan
el avión , el tren y el coche. En la tranquilidad de esta tarde de lluvia , sentado
 en el sofá de mi habitación, he imaginado que había llegado
a un país hasta ahora desconocido para mí.

 Me impresionaron de entrada sus paisajes donde en  ningún momento
ví el humo de complejos industriales alzarse
hacia el azul del cielo.
 Las calles de sus ciudades eran limpias y los conductores manejaban
sus vehículos con gran corrección sin alterarse ni insultar
 en ningún momento a otros usuarios.

Me detuve a conversar con un hombre de avanzada edad sentado
en el banco de un pequeño parque en el centro de la ciudad.
 A mis preguntas sobre su país me contestó detalladamente,
dejándome gratamente sorprendido. Gobernaban el país políticos
 que nunca les mentían. No existían redactores de periódicos
 expertos en publicaciones de índole subliminal.

 La demagogia oportunista estaba ausente de las campañas previas a unas elecciones.
 Las disputas y rencores familiares por motivos económicos eran inexistentes.
 Los periodistas deportivos no exacerbaban el ambiente entre partidarios
de equipos rivales. Y, asómbrense ustedes, la televisión
no programaba nunca programas basura.

Le pregunté si un país así no  parecía aburrido a alguno de sus habitantes
ante la ausencia de tanta porquería social.
El me contestó: " Salvo en lo que usted me ha preguntado en casi todo lo demás este país funciona como el suyo. Disfrutamos de nuestros bellos paisajes, de una excelente variedad culinaria y de nuestros deportes y costumbres. Pero amigo, ya va siendo hora de que Usted se despierte pues está en realidad teniendo un sueño imposible".

 Abrí mis ojos, me desperezé y poco después volví a las ruidosas calles de mi ciudad y a la aventura de la vida diaria.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Un viaje en tren(2)



Poco a poco me iba adormeciendo y mientras el tren iba avanzando hacia los países de la nieve y los hielos el sueño consiguió ganar su batalla a mis pensamientos.

-¿Quieres  beber algo?-   Ya amaneciendo alguien se dirigió a mí en inglés.

La pregunta me la hacía el joven húngaro que a pesar de su ceguera parecía haberse hecho con gran precisión  con la situación en los asientos de cada uno de los ocupantes del compartimento.  Al dirigirse a mí me ofrecía una botella que contenía un líquido blanco. Me excusé con una sonrisa, temiendo que su contenido fuera algún aguardiente de excesiva graduación y él agarrándose nuevamente a su acordeón se quedó como ensimismado y, como si pudiera ver, con la cabeza vuelta hacia la ventanilla por la que se divisaban prados de un verde intensamente esmeralda.  

Pasábamos por pueblos con casas de tejados increíblemente inclinados  que yo imaginaba cubiertos por la nieve del invierno. Los campos estaban salpicados por pequeñas granjas con sus paredes pintadas de diversos colores, rojas amarillas o blancas.

Atravesamos en un transbordador  una estrecha franja de mar que nos separaba de la isla danesa de Selandia y el tren hizo al fin su entrada en la estación central de Copenhague.


Extracto de mi libro "Mañana te enseñaré Beirut" .

jueves, 8 de septiembre de 2011

Los pingüinos de Phillip Island.

Es interesante contemplar el espectáculo que brindan los pequeños pingúinos azules al arribar cada noche a la playa de Phillip Island al sur de Melbourne. En este comentario solamente quiero recomendaros una escapada a dicho lugar para poder ver a los nutridos grupos de pingüinos pasar indiferentes junto a los turistas buscando sus pequeñas madrigueras donde pasar la noche.
Sentado en las gradas habilitadas para poder esperar pacientemente el momento de su llegada a la playa nos abrigamos pues es de noche y el frío se hace sentir.

Me pregunto al verlos pasar presurosos con su torpe andar si estos animalitos que llegan después de su lucha diaria en el mar por su subsistencia pueden ser equiparables en su comportamiento al que repiten día tras día algunas personas. La rutina diaria de estas, su desplazamiento en grandes grupos donde queda diluida su personalidad, y su búsqueda final del refugio nocturno donde dormir y olvidar en muchos casos los posibles sinsabores de la lucha diaria me traen a la imaginación esta comparación quizá exagerada.

 Los pingüinos ya se han retirado a sus pequeñas cuevas. Los turistas en numerosos grupos se van dirigiendo a sus autobuses. Es de noche y todos, una vez desembarcados en la ciudad, irán en busca del calor de su alojamiento pero si el escenario fuera al revés no habría gradas con turistas sino con pingüinos disfrutando  del espectáculo que los viajeros pudieran brindarles.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Paseando por la playa.

Texto:Julio Suárez Herrero


Mi amigo Magín es un hombre sabio. El no lo sabe pero yo creo que sí lo es. En realidad nuestra amistad podría llamarse “de verano” pues nos encontramos solamente durante mi estancia de vacaciones en un pequeño pueblo cercano al mar.
Yo creo sin embargo que esta amistad es mucho más profunda.
.
En los largos meses que permanezco en la gran ciudad donde habitualmente resido no transcurre mucho tiempo sin que reciba una llamada de Magín interesándose por mi salud. Así fué en los momentos más difíciles de mi enfermedad. El vive feliz en su pueblo con su mujer, su perro y ausente de cualquier ambición.

Durante nuestros paseos por la playa Magín me va enriqueciendo con sus opiniones sobre la aventura que supone nuestra vida.

--Mira a tu alrededor-me dijo en una ocasión-.  Verás cosas materiales o, en bastantes casos, comportamientos superficiales. Para descubrir lo que no se ve y realmente merece la pena de otras personas tienes que observar con serenidad y pacientemente su comportamiento contigo. Así pues, serán los hechos los que te descubran la sinceridad de sus palabras.

Magín no trabaja en una gran empresa. No es un ejecutivo de éxito, ni ha escrito ningún libro.
Es un hombre sencillo que vive la invernada en su pequeño pueblo y en verano pasea al sol de una playa que atrae a turistas y domingueros.

Pero Magín es mi amigo y me enriquece con su sabiduría, su bondad y su afecto ausente de cualquier otro interés...Yo creo que él es un hombre bueno y realmente sabio aunque él no lo sepa.



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