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sábado, 27 de agosto de 2011

Viajar ligero de equipaje. Mensaje a un viajero.

En este largo viaje de años que nos lleva a recorrer la vida yo le diría
al viajero que no incluya en su equipaje lo siguiente.


1-El rencor.
2-La soberbia.
3-La envidia..
4-La avaricia.
5-El orgullo mal entendido.

Al final del viaje de la vida todo ese peso superfluo que no debió incluir le seguirá pesando al igual que lo hizo durante toda su jornada. Admirable, pues, quien sabiendo rectificar se desprendió de todos esos lastres desdichados.

Veo desde mi ventana el mar y las islas lejanas. Hace un sol magnífico. Hay que dejar de lado en este hermoso día el ordenador, las redes sociales, ese mundo artificial y disfrutar junto a las personas que nos quieren del esplendor de estos últimos días del verano que nos brinda la naturaleza y que contribuyen a dar continuidad a nuestra actual felicidad.


viernes, 26 de agosto de 2011

Un viaje en tren (1).

""Atravesar, ya en la noche, parte de Francia y Alemania en el compartimento del tren que me devolvía a Dinamarca se me hizo relativamente ameno. Era noche cerrada y en el exterior apenas se distinguían algunas luces. Quedaban ya lejos las calles de mi ciudad natal recalentadas durante el día por el sol del verano.

Ocupaba el asiento contiguo al mío un joven ciego de nacionalidad húngara que durante las últimas horas nos había ofrecido unas canciones de su país acompañado de su acordeón. Su melodía parecía un desgarrado lamento y aunque no entendía yo el significado de su letra me imaginaba que relataba amores desgraciados y recuerdos impregnados de tristezas y desengaños.

Sentado al lado de la ventanilla creía adivinar ocasionalmente en la oscuridad de la noche pequeños pueblos con iglesias de torres puntiagudas, bosques frondosos y suaves colinas.

En los asientos situados enfrente de mí una pareja de jóvenes suecos parecía emular a unos hermanos siameses por la intensidad con que desde la partida del tren permanecían abrazados.

Aquí, en este tren que corría hacia el Norte de Europa, estábamos todos nosotros
esperando llegar a un destino en el que cada uno habría de comenzar el resto de su vida.""
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Extracto de mi libro " Mañana te enseñaré Beirut" .

domingo, 21 de agosto de 2011

Los viajes y el paso del tiempo.

Hace tiempo me preguntaron qué era lo que más me impresionaba en esta vida. No tenía fácil contestación pues podían encontrarse variadas respuestas. Finalmente opté por opinar que quizá lo que más me impactaba era el paso del tiempo y cuanto ello suponía. La permanencia de una situación no resiste el transcurrir de los años. Hay casos en que esto parece no cumplirse pero si no limitamos estas excepciones al breve espacio de nuestra propia vida veremos que al final todo termina por cambiar y destruirse.

Guerras, ciudades, situaciones alegres o desgraciadas que parecen no tener fin, ilusiones y desengaños....todo se va esfumando ante el paso implacable de los días, de los años, del invencible tiempo.

En los viajes contemplo algunas imágenes que parece no sufrirán ese destino. La impresionante longevidad de las sequoias de California, la milenaria existencia de la muralla china, los bosques de columnas de los templos egipcios y de Baalbek, tantos y tantos monumentos, paisajes y hasta la inacabable protesta de una gallega en las aceras de Washington parece que no tendrán nunca fin y sin embargo todo acabará devorado por el imparable transcurrir del tiempo que no es sino el propio deterioro de todo cuanto de índole material existe en nuestro universo.

Vivimos afortunadamente nuestros días ajenos a estos pensamientos.  Disfrutemos de nuestros viajes, de los momento optimistas o de las buenas acciones hacia los demás que nos pueda brindar la vida, con toda intensidad como si esos instantes no fueran a tener nunca fin. Al fin y al cabo es por esos momentos de alegría e ilusión por los que merece la pena seguir el camino.

lunes, 8 de agosto de 2011

Viaje al pasado. Colegio del Pilar.

""Los pasillos eran largos y amplios, rodeados de grandes ventanales que dejaban ver
 los patios de cemento bordeados por las paredes de la Iglesia del Colegio.
 Entre clases, camino del recreo, hacia la capilla, al Salón de Actos,
 nos dirigíamos en ordenadas filas, silenciosamente, en un espacio de tiempo
 que habría de acabar para siempre, sin ocupar más lugar en nuestros recuerdos
 que los del voluntarioso esfuerzo de nuestra memoria.

Aquellas hileras suspendidas en el vacío de lo intrascendente, estaban compuestas por
algunos colegiales que habrían de estar con el paso de los años en el centro
 de la noticia,en la diaria controversia de la política, en el efímero fuego de artificio
 de los éxitos empresariales o en los más perdurables de las Artes.
 Ministros o actores, grandes empresarios, banqueros o deportistas de élite
 acompañados por una más numerosa comparsa de ciudadanos anónimos,
 integraban el diario desfile que en realidad se dirigía no
a la Capilla o al Salón de Actos sino hacia los años que habrían de conformar su futuro

Fueron quizá siglos los que permanecimos en aquel Colegio. El tiempo no existía,
 éramos niños eternamente, angustiados a veces ante el peligro de ser llamados
 al encerado o felices otras ante la inminencia de una tarde de jueves o de
 un día de fiesta. Nuestros logros o fracasos eran las notas de distintos colores,
 en una escala que iba del negro del más ignorante al dorado del triunfador.""

Nota: Extracto de mi libro "Mañana te enseñaré Beirut"
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