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viernes, 29 de abril de 2011

El chino y la muerte.


En el Sur de China cerca de Sanya, prefectura de Hainan, ví a un viejo chino arrastrar
un carrito lleno de flores. Intrigado por el destino de las mismas le pedí a mi guía que hiciera de intérprete y le preguntara al anciano para quién eran.

-Son en recuerdo de su hijo- me tradujo mi acompañante.

-Hace mucho que murió?-insistí en mi curiosidad.

-No ha muerto. Vive aún pero abandonó a su padre hace muchos años. El le lleva esas flores cada día,  una por cada año que ha pasado. Por cada año de olvido el deja sobre una pequeña parcela de su jardín una flor.

-Qué significado le da el anciano a ese simbolismo?-pregunté una vez más.

-No hay mayor muerte ni desgracia  que la del rencor en vida.-contestó - El anciano  no sabe de desprecios ni rencores y piensa que cada año que pasa es un año más  de la muerte de los buenos sentimientos  de quien le abandonó.

En ocasiones no sólo vemos en nuestros destinos a otros lugares bellos monumentos, ciudades  o paisajes. Alguna vez, podemos quizá aprender algo de otras personas que atadas a sus lugares debido a su pobreza  y carentes de codicia son todo un ejemplo de bondad y sabiduría.

El White Pass y el oro del Klondike


Clic para ampliar.
 
 
El barco nos deja en Skagway, ciudad de Alaska que vivió la fiebre del oro a finales del siglo XIX.
Esta ciudad, poblada inicialmente por aventureros en busca de fortuna, fué la puerta abierta hacia las tierras del Yukon.

El pequeño tren que bordea las montañas camino del White Pass nos va mostrando la ruta en la que dejaron su vida no pocos hombres y un gran numero de caballos. El Paso Blanco se convirtió para aquellos aventureros en una pesadilla de horror y muerte. Cerca de 3.000 caballos y mulas  murieron en Dead Horse Canyon.

 Cerramos los ojos por un momento y nos imaginamos a los buscadores subiendo fatigosamente, hundidos en la nieve, hacia la cima del Paso.

Hemos llegado a un antiguo campamento compuesto por unas cuantas barracas de madera. Allí, en medio de estos bosques del Klondike nos trasladamos a aquellos lejanos años y tratamos de encontrar alguna pepita del preciado metal en una corriente de agua.

Fracasado el intento y ateridos de frío regresamos a la realidad de nuestro tiempo actual convencidos de que el oro de ese día lo encontraremos en el refugio cálido y confortable del barco que nos aguarda.

Cuando el barco zarpa de nuevo hacia un destino de nieves y glaciares sólo queda el viento frío y el silencio en el White Pass.

San Fernando de Noronha

La isla se recorta contra un horizonte hoy especialmente marcado. Apenas dos pequeñas lanchas junto a una cala. Parece una isla deshabitada, ocultas sus casas por varios promontorios cercanos a sus orillas.
De San Fernando de Noronha , Patrimonio de la Humanidad , algunos dicen que ..."el Paraíso está aqui"
Yo la veo alejarse en la llanura del mar apoyado en la barandilla del puente de este barco que une y separa.
Durante algún tiempo varias gaviotas nos acompañan revoloteando a la espera de algún desecho alimenticio.
Finalmente ya no se divisa su silueta, perdida en la distancia, y una vez más dejamos atrás un trocito de Paraíso, una isla lejana y casi solitaria, un momento de serenidad en esta ruta que nos devuelve a Europa.
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