En el Sur de China cerca de Sanya, prefectura de Hainan, ví a un viejo chino arrastrar
un carrito lleno de flores. Intrigado por el destino de las mismas le pedí a mi guía que hiciera de intérprete y le preguntara al anciano para quién eran.
-Son en recuerdo de su hijo- me tradujo mi acompañante.
-Hace mucho que murió?-insistí en mi curiosidad.
-No ha muerto. Vive aún pero abandonó a su padre hace muchos años. El le lleva esas flores cada día, una por cada año que ha pasado. Por cada año de olvido el deja sobre una pequeña parcela de su jardín una flor.
-Qué significado le da el anciano a ese simbolismo?-pregunté una vez más.
-No hay mayor muerte ni desgracia que la del rencor en vida.-contestó - El anciano no sabe de desprecios ni rencores y piensa que cada año que pasa es un año más de la muerte de los buenos sentimientos de quien le abandonó.
En ocasiones no sólo vemos en nuestros destinos a otros lugares bellos monumentos, ciudades o paisajes. Alguna vez, podemos quizá aprender algo de otras personas que atadas a sus lugares debido a su pobreza y carentes de codicia son todo un ejemplo de bondad y sabiduría.