En el tren. Tiempo para pensar.

El viajero va viendo pasar el paisaje que parece deslizarse con rapidez en la ventana próxima a su  asiento. Campos, pequeños pueblos, alguna montaña en la lejanía. Aún quedan algunas horas para llegar al destino.
Cansado de leer entorna los ojos y algunos pensamientos van ocupando su mente.

Quizá sea porque el motivo de su viaje le inspira a adentrarse en terrenos de filosofía de vida.
 Es un privilegio regresar sabiendo que todo está bien y la palabra temida va quedando cada vez mas distante, al igual que los paisajes ya atravesados.

No van sus recuerdos para los que, afortunadamente , viven sin la angustia de la incertidumbre sobre su salud. El viajero recuerda especialmente a todos aquellos que ahora padecen lo que supone aquella palabra : cáncer.
No todo es negativo en ella, sin embargo. Para aquellos que incluyen en  su vida el egoísmo, la prepotencia o el rencor quizá aquella amenazadora  palabra, si llega algún día a ocupar su vida, les depare más bondad, amor y solidaridad hacia las demás personas.

El tren sigue su marcha, veloz, ofreciendo nuevos paisajes iluminados por un sol que anuncia el próximo verano. Aún falta un tiempo para que llegue la oscuridad. Este viaje en tren , al fin y al cabo,  es  como el rápido transcurrir de nuestra propia vida.