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Desde la famosa plaza de Yamaa-el-Fna en Marrakesh arrancan las estrechas callejuelas que recorren el zoco.
El asedio al turista no es tan agobiante como el experimentado en otros países de mercados similares.
El regateo es obvio que hay que apurarlo hasta el máximo hasta llegar al punto en que tanto vendedor como comprador quedan satisfechos.
En busca de lugares menos comercializados nos dirigimos por carretera hacia los pueblos en las montañas de Ourika. En una casa de los bereberes nos recibe la dueña de la casa, mujer de avanzada edad pero con gran vitalidad que nos prepara un té y unas tortitas típicas de la región. Había leido en Internet que estas casas de los bereberes eran un puro reclamo para turistas y que tratarían de vendernos todo tipo de recuerdos. Nada más lejos de la realidad en este caso. Fué tranquilo y agradable el rato transcurrido con aquella familia y en ningún momento se nos intentó vender nada.
Foto: Julio Suárez
El asedio al turista no es tan agobiante como el experimentado en otros países de mercados similares.
El regateo es obvio que hay que apurarlo hasta el máximo hasta llegar al punto en que tanto vendedor como comprador quedan satisfechos.
En busca de lugares menos comercializados nos dirigimos por carretera hacia los pueblos en las montañas de Ourika. En una casa de los bereberes nos recibe la dueña de la casa, mujer de avanzada edad pero con gran vitalidad que nos prepara un té y unas tortitas típicas de la región. Había leido en Internet que estas casas de los bereberes eran un puro reclamo para turistas y que tratarían de vendernos todo tipo de recuerdos. Nada más lejos de la realidad en este caso. Fué tranquilo y agradable el rato transcurrido con aquella familia y en ningún momento se nos intentó vender nada.
Foto: Julio Suárez
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