Extracto de mi libro en edición...."Las violinistas del crucero"
Foto:Julio Suárez Herrero
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Algunas tardes,antes de la cena, solíamos sentarnos en la Gran Plaza
central del barco y asistíamos al concierto que nos brindaban las cuatro
componentes de uno de los grupos musicales del crucero.
Yo contemplaba admirado como los dedos de una mano de las violinistas
buscaban la cuerda exacta y como hacían subir y bajar el arco
que arrancaba su lamento o su alegría al violín. Tú, a mi lado, seguías la música
nombrando las notas de la pieza que interpretaban. Habías estudiado solfeo en
tu niñez y yo, que apenas tenía conocimientos musicales y un terrible oído, quedé
sorprendido cuando poco después de haberte conocido y con motivo de un viaje
que hicimos a Salzburgo me fuiste diciendo una tras otra las notas que dejaba oír
el órgano de la Catedral.
Ahora, apenas seis meses después, estoy de nuevo sentado en la Gran Plaza central del barco en este pequeño sofá cercano al bar. Las
cuatro violinistas siguen haciendo hablar a Beethoven y a Mozart por medio de
sus violines y siento que su música tan solo suena para mí y para el
asiento vacío que se encuentra a mi lado.
Tan sólo hace dos meses que te fuiste llevada por ese maldito viento helado que en los últimos años ha visitado también a tantas personas queridas....
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