Texto y foto
: Julio Suárez Herrero
"
Esto sucedió hace muchos años en los lejanos confines de un país asiático y ha quedado como una de las historias favoritas que las gentes de aquel lugar cuentan a los visitantes.
El Rey de aquel país tenía una hija llamada Niran. Debido a su belleza tenía numerosos pretendientes que deseaban ser aceptados por ella. Cuando parecía que ya alguno lo había conseguido ella terminaba bruscamente su relación buscando siempre un motivo imaginario. Al último pretendiente lo había rechazado pues decía que rechinaba los dientes al masticar.
En ocasiones se negaba a seguir la relación con otros pues le parecian muy aburridos. Verdaderamente Niran era una princesa difícil de contentar lo que la hacía aún más deseada por todos aquellos que aspiraban a conquistarla.
Un día, cuando ella estaba paseando por la pequeña capital de su reino, disfrazada para que no la reconocieran, vió en una pequeña tienda donde se vendían multitud de diversos objetos a un joven que por su atuendo aparentaba ser un trovador pues llevaba consigo un pequeño laúd.
Inevitablemente se vieron atraídos el uno por el otro y durante unos días la princesa y el trovador vivieron su historia de amor.
El atrevimiento de la princesa llegó a tal extremo que incluso llevó a su amante hasta su aposento en el palacio y mientras estaban en él, un fornido guardia con su espada desenvainada protegía la entrada de la habitación.
Un día el trovador se vió obligado a volver a las lejanas tierras de donde había llegado y en la despedida la princesa sin que él lo supiera le puso un cariñoso mensaje dentro de su bolsa de viaje. Nunca más se volvieron a ver.
La princesa Niran llegó con el paso de los años a ser la Emperatriz de una de las islas que su padre le confió para que las gobernara y el joven trovador después de recorrer el mundo con su laúd llegó a ser el más admirado y apreciado músico de su país.
Cuando, ya a una edad avanzada, murió el trovador , decidieron enterrarle con su laúd y al hacerlo cayó de su interior un pequeño pergamino con el mensaje que había escrito la joven princesa.
Esto sucedió hace ya muchos años, pero si algún día llegáis a visitar aquel lejano país quizá escuchéis la música de una de las canciones del trovador cuyo sonido se esparce por los jardines del palacio donde vivió la princesa ."