sábado, 29 de julio de 2017
sábado, 10 de junio de 2017
A mi madre.
Texto poesía... Julio Suárez Herrero
Veo tu imagen inmóvil en la foto
que guardo en la pared de mi aposento
y creo ver de nuevo el brillo de tus ojos
y una sonrisa alegre de contento.
No tengo ya el calor de tus abrazos
pero sí todo el amor de tu recuerdo
y no se romperán nunca los lazos
que por la misma sangre nos unieron.
A un cristal roto hay un cristal nuevo
a un cariño negado hay otro eterno
y quien un amor de sangre ha rechazado
ha de sentir un cruel remordimiento.
Veo tu imagen, tus ojos, tu sonrisa
aquí conmigo aunque ya ausentes.
Tú me diste a lo largo de tu vida
todo el amor que un alma siente
y el alma de tu hijo nunca olvida.
Más aunque así no fuera y no lo hicieras
nunca mi amor te negaría
pues tendrías el amor que tú quisieras
y que yo a cambio de nada te daría.
martes, 30 de mayo de 2017
Día y noche en el camposanto.
Texto poesía: Julio Suárez Herrero
Avanza la niebla lentamente
Cubriendo el monte con su manto
en el mar las olas suavemente
dejan oír el murmullo de su llanto
Se alejan planeando las gaviotas
Hacia el cálido refugio de la tierra
Se confunde la espuma con las rocas
Gotas de lluvia resbalan en las piedras.
Abren los campesinos sus paraguas
En el estrecho camino hacia la ermita
Redoblan las campanas que les llaman
En esta mañana hùmeda y fría.
Quedarán las flores ya marchitas
Cuando llegue la noche al cementerio
Y brillarán en él mil lucecitas
Al bailar la Santa Compaña de los muertos.
Al bailar la Santa Compaña de los muertos.
sábado, 20 de mayo de 2017
Melancolía.
Poesía...Julio Suárez Herrero
Queda ya lejano el día..
día que no volverá….
volverá de nuevo ella…
ella, melancolía….
melancolía en mi alma…
alma que sonreía…
sonreía al mirar sus ojos…
ojos que ya no miran…
miran los míos al cielo…
cielo donde ella habita…
habita como una estrella…
estrella a quien yo quería.
jueves, 23 de marzo de 2017
Camino del colegio.
Poesía: Julio Suárez Herrero
A través de la ventana
te vi salir hacia el colegio...
Verás las mismas calles
por las que fue tu abuelo,
las mismas sensaciones,
iguales sentimientos.
Te vi salir y fui contigo
camino del colegio...
Te acompañó mi alma...
Cansado ya mi cuerpo
los míos son ya lentos.
Quizá te cuente un día
que llegará tu invierno,
que nadie vence nunca
a la crueldad del tiempo.
Igual que tú fui niño,
también tuve un abuelo.
A mi lado su alma
me acompañó algún día
camino del colegio...
Hoy, a través de la ventana
me vi salir de nuevo.
Fueron míos tus pasos
camino del colegio
Tu cara era mi cara,
tu cuerpo era mi cuerpo.
En ti me reflejaba
igual que en un espejo.
Temprano en la mañana
me hirieron los recuerdos
Cuando te vi salir de casa
camino del colegio.
martes, 14 de marzo de 2017
Emmanuel, mi amigo en Selandia.
Aquellas calles de chalets con pequeños jardines, apenas transitadas ,
silenciosas,
con setos cuidadosamente recortados fueron durante varios años testigos
de mi diario
caminar hasta la estación donde un tren de cercanías me llevaba hasta
la ciudad.
Durante el trayecto solía
sentarme al lado de la ventanilla y contemplar la línea de la
costa que se podía divisar al otro lado del estrecho cuyas aguas
separaban a
Dinamarca de Suecia.
En aquella época, recién cumplidos los
doce años , vivía con mis padres en
Dinamarca. Un día, antes del traslado de toda mi familia a Escandinavia, mi padre
me llamó a su despacho en
nuestra casa de Madrid y me enseñó un libro sobre aquel
pequeño país del Norte de Europa al que, por deseo de su empresa,
pronto nos
debíamos trasladar por algún tiempo.
Mi padre era Ingeniero físico y dirigía el departamento de
investigación de
una importante empresa multinacional dedicada a la fabricación de máquinas
para la
investigación espacial.
Nunca nos hablaba de nada
relacionado con su trabajo pero en nuestra casa
abundaban los libros relativos a cuanto estuviera relacionado con el Universo y los
planetas y no pocas veces me había yo ensimismado leyendo acerca de los
agujeros
negros, las galaxias y el tiempo y el espacio.
La casa en que vivíamos en aquel barrio de las afueras de Copenhague le
había sido facilitada a mi
padre por la empresa que también era propietaria de otro
chalet cercano al nuestro y que estaba deshabitado
.
Una tarde, a su regreso del trabajo mi padre nos comentó que pronto
tendríamos nuevos vecinos. Otra familia ocuparía próximamente el chalet
cercano.
-Tienen un hijo de tu misma edad -me comentó mi padre-y no dudo que pronto
entablaréis amistad.
No debo
negar que me alegró escuchar la noticia. Hasta entonces apenas
había tenido con quien jugar ni amigos
que me acompañaran en mis paseos
en bicicleta.
Yo disfrutaba con aquellos recorridos que solía hacer a través de los
bosque de hayas
o por la carretera que cercana a las orillas del estrecho del Sund
llevaban hasta el
castillo de Hamlet en Elsinor. Al pasar cerca de la playa veía como los
daneses
se hacían la ilusión de tostarse a veces bajo un sol imposible que
parecía querer imitar
al de España. En verano el viento acariciaba y hacía bailar a las
plantas y los
árboles en los campos de un intenso verde esmeralda. Al atravesar algun pueblo oía
más el ruido de los pasos que las voces de la gente y todo daba una
sensación de
un orden que parecía estar dirigido desde algún panel de control
remoto.
Aquellos días que transcurrían plácidamente se veían entristecidos en
alguna ocasión
cuando me cruzaba en la acera de
nuestra calle con el Sr. Larsen que vivía cerca de
nosotros y empujaba la silla en
que su hijo de corta edad y de una extrema delgadez
pasaba junto a mí con la mirada
perdida e inmóvil en el asiento debido a su
enfermedad.
Los nuevos vecinos llegaron a la calle en que vivíamos poco después del
anuncio de mi padre.
Mi encuentro con Emmanuel, el único hijo que tenían, tuvo lugar un día a
mi regreso de
una de mis excursiones en bicicleta por la isla de Selandia. Era algo
más alto y
delgado que yo y no hacía mucho tiempo que también había cumplido los doce
años. Enseguida congeniamos y pronto habría de descubrir su carácter sosegado
y extremadamente agradable en el trato.
No tardamos mucho en compartir nuestras juegos y recorridos en
bicicleta. Un día, al
regreso del cercano parque de ciervos del Hermitage, nos cruzamos con el Sr, Larsen
que se detuvo a saludarnos. Le había hablado a mi amigo Emmanuel
del niño
y que a veces me imaginaba que
yo estaba dotado con tales poderes que le
hacía recobrar su salud y unirse
alegre a nuestros juegos.
Emmanuel se acercó a la silla y
durante unos segundos contempló al niño con una
expresión de ternura en su rostro... Luego sin decir nada continuamos
nuestro camino.
Aquellos días de verano en Dinamarca pronto terminarían para mí pues mi
padre me
comunicó que debía volver a España a proseguir mis estudios. Me anunció que
pronto acabaría su trabajo en la empresa y no tardaría, también
él, en regresar.
Al día siguiente de estas noticias fui a buscar a Emmanuel para
comunicárselo y
manifestarle cuanto me apenaba tener que despedirme de él.
Aquella despedida no pudo ser posible. Emmanuel y su familia ya no
estaban en el
chalet que nuevamente volvía a estar deshabitado.
Aquelló me sorprendió y al
preguntar en casa mi padre me manifestó
desconocer los
motivos de la repentina marcha de nuestros vecinos.
Proseguí mis estudios en España. Mi madre había regresado conmigo a
Madrid y
tanto ella como yo recibimos numerosas postales y cartas de mi padre en
los meses en
que tuvo que permanecer en Dinamarca antes de dar por terminado su
destino en
aquel país. En una de estas cartas mi padre me comunicó que unos días
después de
mi partida había visto al Sr. Larsen pasear hacia la avenida orillamar
con su pequeño
hijo de la mano y que el niño parecía completamente curado y que al
darme esta
noticia mi padre no dudaba que esto iba a ser motivo de gran alegría
por mi parte.
Ahora han transcurridos ya
muchos años de todo aquello. El horizonte de mi vida ya
no está en la lejanía y los recuerdos de la infancia son mas fuertes
que los de mi
pasado más reciente. Paso muchas horas contemplando desde la terraza de
la casa
en que vivo en Galicia el faro y las islas lejanas.Hay una pequeña ría
que se adentra
en el valle rodeado por montañas donde aún corren los caballos
salvajes.
Muchas mañanas en verano bajo a esta
hermosa playa de las Rías Bajas y paseo por su
amplio arenal. Hace ya tres o cuatro años que durante mis paseos me
cruzo con un
señor de mediana edad que empuja una silla donde un niño en su
inmovilidad parece
dirigir al cielo su mirada perdida. En esos momentos y sin saber por
qué me viene con
fuerza a la memoria el recuerdo de aquellos días en Dinamarca y de mi
amigo
Emmanuel del que nunca volví a saber nada......o quizá sí.
----o----
Significado del nombre Emmanuel..."Dios está con nosotros"
----o----
Significado del nombre Emmanuel..."Dios está con nosotros"
...y también... adiós Magín.
Había llamado varias veces a mi amigo Magín sin obtener
respuesta. Le imaginaba allá en su pequeño pueblo costero de Galicia llenando
sus ojos con horizontes de islas y mar.
Finalmente conseguí hablar con alguien que le conoce muy
bien.
-Magín se fue un día sin avisar a nadie-me dice. Nada
sabemos de él.
Estas palabras me hicieron recordar una de las últimas
conversaciones con mi amigo.
-Algún día me iré de viaje. Estoy cansado.-me había dicho.
-Magín, -le dije- si estás cansado ¿por qué quieres viajar?
_Mi cansancio no es físico-fue su escueta respuesta.
He comprendido que Magín, al fin, ha emprendido su viaje hasta aquél lugar
llamado Utopía que yo describí en una de las entradas de este blog.
Magín, allí
encontrarás gente que te quiere con sinceridad. Haces bien en marcharte. Yo te
acompaño con mi recuerdo de amigo que estuvo siempre a tu lado cuando tu
enfermedad, sin prisas, con bondad. Tù y la persona que no espera nada a cambio
de su cariño sois lo mejor que he conocido.
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)