Texto: Julio Suárez Herrero
Estábamos en lo alto de una
pequeña colina. Ella me acababa de
recoger en el aeropuerto y había parado el coche al borde de la carretera. Yo felicité a mi amiga por su destreza como conductora y por su reciente compra de aquél
bonito vehículo.
Ella me miró entonces con una
expresión de tristeza en su cara y me sorprendió con una increíble confesión:
-Este coche no tiene marcha
atrás. Me es casi imposible aparcarlo en la ciudad. Voy a tener que deshacerme
de él. Lo compré con toda ilusión y ya ves que desastre.
Comprendí entonces que yo debía
hacer uso de mi cualidad de mago que ella desconocía por completo.
Saqué de mi bolsa de viaje la pequeña varita mágica que
siempre me acompañaba y dándole unos ligeros toques al coche le dije a mi
desconsolada amiga:
-Pruébalo ahora.
Oh sorpresa! Ella encontró la
marcha que hasta entonces estaba desaparecida y el coche recorrió unos metros
hacia atrás.
Creo que esto sucedió un día
de verano. El tiempo borra a veces detalles de momentos lejanos.
En la radio del
coche se oía una canción.....” those were the days my friend, we thought they¨ll
never end…….for we were young and sure to have our way…”
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