""Los pasillos eran largos y amplios, rodeados de grandes ventanales que dejaban ver
los patios de cemento bordeados por las paredes de la Iglesia del Colegio.
Entre clases, camino del recreo, hacia la capilla, al Salón de Actos,
nos dirigíamos en ordenadas filas, silenciosamente, en un espacio de tiempo
que habría de acabar para siempre, sin ocupar más lugar en nuestros recuerdos
que los del voluntarioso esfuerzo de nuestra memoria.
los patios de cemento bordeados por las paredes de la Iglesia del Colegio.
Entre clases, camino del recreo, hacia la capilla, al Salón de Actos,
nos dirigíamos en ordenadas filas, silenciosamente, en un espacio de tiempo
que habría de acabar para siempre, sin ocupar más lugar en nuestros recuerdos
que los del voluntarioso esfuerzo de nuestra memoria.
Aquellas hileras suspendidas en el vacío de lo intrascendente, estaban compuestas por
algunos colegiales que habrían de estar con el paso de los años en el centro
de la noticia,en la diaria controversia de la política, en el efímero fuego de artificio
de los éxitos empresariales o en los más perdurables de las Artes.
Ministros o actores, grandes empresarios, banqueros o deportistas de élite
acompañados por una más numerosa comparsa de ciudadanos anónimos,
integraban el diario desfile que en realidad se dirigía no
a la Capilla o al Salón de Actos sino hacia los años que habrían de conformar su futuro
Fueron quizá siglos los que permanecimos en aquel Colegio. El tiempo no existía,
éramos niños eternamente, angustiados a veces ante el peligro de ser llamados
al encerado o felices otras ante la inminencia de una tarde de jueves o de
un día de fiesta. Nuestros logros o fracasos eran las notas de distintos colores,
en una escala que iba del negro del más ignorante al dorado del triunfador.""
Nota: Extracto de mi libro "Mañana te enseñaré Beirut"
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