Hoy dedico un recuerdo a la serenidad del desierto que separa Abu Dhabi de la ciudad de AL-Ain llamada también la Ciudad Jardín de aquél Emirato.
En aquél viaje eran la soledad y el silencio lo que más me atraía mientras mi vista se llenaba de las dunas que asemejaban inmóviles olas en el mar de arena.
Transcurridos ya años desde aquella experiencia aún me parece sentir sobre mi cabeza la fuerza del sol abrasador y la arena del desierto cediendo bajo mis pasos a medida que me alejaba del pequeño campamento donde en el momento de la frugal comida me veía acompañado por minúsculos ratoncitos que parecían surgir no sé de donde.
Llegaba la noche, refrescaba el ambiente y sentado en el espartano campamento acompañaba a los nativos mientras algunos de los integrantes del grupo fumaban la pipa de agua y otros canturreaban una canción. En aquellas momentos volaba unos segundos con mi imaginación a la frenética actividad de la ciudad de Madrid con sus gentes caminando apresuradamente hacia sus estrictos horarios de trabajo y las calles repletas de coches.
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